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Número 31 - Febrero de 2012     

Artículos
Diego Golombek
"debemos aprender a escuchar
el tic tac que llevamos dentro"
 

A primera vista, el biólogo argentino Diego Golombek resulta mucho menos impresionante de lo que en realidad es. Y no porque se haya ganado el Ig-Nobel (una especie de Anti Nobel que se otorga en Harvard a aquellos trabajos científicos que nos hacen reír y a la vez nos ponen a pensar), en reconocimiento a sus investigaciones para comprobar que el mejor remedio para el jet lag, al menos para un hámster, es una pequeña dosis de viagra. Su importancia radica más bien en su labor como divulgador científico en prensa, radio y televisión. Además, este biólogo nacido en Buenos Aires en 1964, es director de la llamada Expedición Ciencia, un programa de enseñanza que incluye campamentos en diversos lugares de Argentina para jóvenes y docentes, que tiene por objetivo promover la educación científica a través de propuestas que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad, el conocimiento y la igualdad de oportunidades. Es también director de la colección Ciencia que ladra, de Siglo XXI Editores, donde él mismo ha sido autor de clásicos como Sexo, drogas y biología – Y un poco de rock and roll o El cocinero científico.

Diego Golombek es realmente fenómeno como dicen sus compatriotas y escuchar su conferencia en el Parque Explora fue para todos una experiencia gratificante, enriquecedora y bastante divertida. En UC dialogamos con él y acá les traemos algunas de sus reflexiones.

 

Bueno, usted es científico, músico, escritor, conferencista internacional. ¿Realmente le alcanza el tiempo? ¿Le sirve de algo ser cronobiólogo?
La cronobiología no tiene el secreto del manejo del tiempo. Me vuelvo un poco loco como todos. Pero me apasiona tanto lo que hago que le encuentro el tiempo al trabajo, a la literatura, a la familia. Ese es el secreto, hacer las cosas con entusiasmo.

Además hay que tener tiempo para hacer muchas cosas, abrir la mente, tener muchas ocupaciones ayuda a mejorar la dinámica física y mental.
Hay que volver al renacimiento. En mi caso, lo maravilloso de la divulgación científica es que puedo conjugar varios mundos. Así conjugo el mundo de la ciencia con el mundo de la literatura, el cine, el teatro, la música. Me causa mucho placer conjugar esos mundos que siempre andan separados.

La gente confunde muchas veces el conocimiento con los aparatos, la ciencia con la tecnología.
Hay varios tipos de divulgación científica, hay unas dedicadas a las nuevas tecnologías o a la investigación profesional. Y eso está bien. Pero a mí me gusta más la divulgación de la ciencia entendiéndola como pregunta. Las preguntas surgen todos los días, en el baño, en la cocina, en el dormitorio, y hay mucha ciencia detrás de todo eso, que puede ser fascinante si encontrás la forma de contarla sin perder el rigor científico.

Porque definitivamente la ciencia está presente en la vida cotidiana.
Está presente en la vida cotidiana y la dejamos pasar. A la manera de Jhonn Lennon, cuando decía "la vida es algo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes". La ciencia también. Te pasa cuando estás haciendo unas tostadas para el desayuno, cuando batís unos huevos o cuando cantás en la ducha y te escuchás mejor. Todo eso lo dejamos pasar y hay mucha ciencia escondida. Podemos divertirnos como locos, equivocarnos menos, aprender a elegir racionalmente basados en el pensamiento científico, y lo menos obvio, yo creo que hasta nos ayuda a movernos más por el juicio que por el prejuicio, a considerar todas las opciones y a elegir de acuerdo a como debe elegir un buen ciudadano, una buena persona.

Diego Golombek

¿El método científico también enseña valores democráticos?
Lo más poderoso de la ciencia es que rompe con el principio de autoridad. Ese principio afirma que algo es verdad de acuerdo a quién lo diga. Es verdad porque lo dice tu jefe o lo dice tu papá, o lo dice el general o lo dice el Papa. En ciencia no es así. En ciencia las cosas son verdad porque se demuestran de una manera rigurosa, elegante y repetible, hasta que llega otro y demuestra que hay un error y así se va avanzando. Si tuviéramos menos principio de autoridad en la vida cotidiana, sin duda seríamos más inteligentes y felices.

¿Cuál es su secreto para hacer divulgación cientifica?
Comprender que un programa de televisión, así sea de divulgación científica, pues es un programa de televisión y hay que aprovechar lo que nos ofrece. Ese es un prejuicio que tenemos que romper: hacer ficción con la ciencia utilizando todos los recursos que nos brinda la tele, la radio o el periodismo gráfico.

La ciencia despierta la curiosidad natural del niño y del joven?
Picasso decía que todos los niños nacen artistas; yo diría que todos nacen siendo científicos. El problema en el fondo es la educación formal que no enseña ciencia, enseña otra cosa que no sé cómo llamar y que tiene mucho de memoria, de clase magistral, de definir algo antes de que se entienda el concepto. Estamos perdiendo muchas vocaciones científicas porque a los chicos les gusta la ciencia, pero por la manera como se les presenta ya les parece muy difícil, o muy aburrida. Hay que demostrarles a los jóvenes que la ciencia es otra cosa, algo realmente fascinante y sin duda mucho más divertido de lo que nos hacen creer en el aula de clase.

En la educación formal, para seguir por esa línea, también nos enseñan a odiar los números y las matemáticas.
Se les da a los jóvenes respuestas para preguntas que no tienen. Cuando les enseñamos un axioma matemático, una teoría, una definición, sin que eso se relacione para nada con su sistema de pensamiento y sus intereses, pues los chicos lo van a tomar como algo que hay que aprender de memoria para pasar el examen y después, a olvidar. Cuando encontremos el punto común entre las preguntas que les surgen a los chicos con las respuestas que intentamos darles en la educación, vamos a ver cómo los chicos se sienten fascinados por los números.

Para finalizar, es sabido que el tiempo se dilata cuando hacemos turno donde el odontólogo y va a mil cuando estamos con la persona amada. Más allá de lo anecdótico ¿la cronobiología puede enseñarnos a vivir mejor?
Todos tenemos muy adentro un reloj que nos dice qué horas es y que nos indica cómo son nuestros tiempos y muchas veces nos empeñamos en ir en contra de ese reloj, y hacemos cosas de noche, o tenemos turnos rotativos. Es decir, forzamos nuestro organismo mucho más allá de lo que podemos. Si escucháramos el tic tac de ese reloj que llevamos dentro, las cosas podrían andar mucho mejor. UC

 

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