síguenos 

     Número 37 - Agosto de 2012


ARTÍCULOS
¿En qué libro viviría?
En busca del tiempo perdido
Jaime Jaramillo Escobar. Ilustración: Verónica Velásquez

El cuarteto de Alejandría
La historia de Flora y Elio
En busca del tiempo perdido
En un lecho de prosas

La pregunta ¿En qué libro le gustaría vivir?, es una pregunta periodística y por tanto intrascendente. Las publicaciones periódicas necesitan ese tipo de distracciones para satisfacer el ocio de una parte de su público. Se puede contestar en serio o en broma, y da lo mismo. Porque también podría ser “Con qué libro le gustaría vivir”, o con qué autor, o cualquiera otra variación de la pregunta. No obstante, esta clase de preguntas en los medios llenan una curiosa necesidad de pasatiempo instructivo. Y al final adquieren un sentido que puede ser perdurable. Todos recordamos cosas así, leídas en la infancia.

Poniéndolo en claro, resulta difícil escoger ese libro del cual se quisiera hacer parte, porque son muchos los que provocan esa atracción. Se quisiera vivir con El Principito, o con Pinocho, con Alicia, con todos aquellos que nos acompañaron en los desprevenidos años de la primera formación. Y más tarde, ante una pregunta que pretende ser tomada en serio, con malsana curiosidad, lo trascendente cambia de escenario, pidiendo una respuesta calculada que pretende desvelar, al estilo de los peligrosos psicólogos, las preferencias íntimas de alguien a quien se elige para el juego, si es juego, o para la radiografía, si se deja, o para tomarle el pelo, si lo tiene.

En muchos libros me gustaría vivir, así como me ha gustado vivir en muchas casas. Vivir en la misma toda la vida debe resultar monótono, seguro pero aburrido. La pregunta, además, parece referirse a la novela, porque vivir en un libro de historia no se comprende, ni en un tratado de ciencias exactas, aunque podría ser interesante vivir extraviado en uno de magia. En uno de poesía nunca, porque la poesía empalaga. En uno de lingüística menos, ni de hermenéutica, ni en la Biblia porque la diversidad de traducciones confunde y desorienta.

Pero también la pregunta podría referirse a los autores y no a sus obras, o a las obras con independencia de los autores, o cualquiera otra pregunta pero no esta tan difícil, porque si me siento apurado tendría que declarar que me decido por Marcel Proust, En busca del tiempo perdido. Y entonces querrán preguntarme por qué, y desde cuándo, y cómo lo explico o lo justifico, y si no me parece que es una obra muy lenta y extensa para la actualidad, y deberé contestar que la actualidad también será vieja dentro de poco, y el artículo se irá alargando, y el jefe de redacción se desespera, y el posible lector también, y yo me muero de la pena, como se dice, pero definitivamente me quedo a vivir eternamente en la obra de Marcel Proust, a quien no podré decirle mi querido Marcel, porque abriría unos ojos inmensos y sorprendidos, preguntándose quién es éste, de dónde salió, qué quiere, preferiría que me dejaran en paz, por qué habrá gentes así. Celeste, por favor, cierre la puerta, diga que no estoy.UC

Ilustración: Verónica Velásquez