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     Número 37 - Agosto de 2012


ARTÍCULOS
Montecasino:
el surgimiento de una mansión clandestina

Róbinson Úsuga Henao. Fotografía: Andrés Ángel
Fotografía: Andrés Ángel
Fotografía: Andrés Ángel

Quizá sea exceso de imaginación, pero al llegar a Montecasino encontramos personas torturadas y muertas en el jardín, en la sala y junto a la piscina. Cuando entrábamos en la moto por el sendero de laureles que parecían extender sus brazos, se veían cadáveres colgados de las ramas.

Nada de eso ocurría, pero nuestra mente podía verlo. Era la psicosis, el morbo de estar allí, en una casa hermosa con un pasado oscuro. En la expedición me acompañaban Andrés Ángel, fotógrafo del periódico El Mundo, y Viviana López, nuestra guía. Desde que Telemedellín se hizo cargo de la mansión y adecuó estudios de grabación en su interior, algunos curiosos y periodistas han ido a visitarla para asombrarse e indignarse ante el símbolo del esplendor paramilitar en las entrañas de la ciudad de Medellín.

Cuando solicitamos el permiso para ingresar a la mansión, el gerente del canal pensó que sería bueno que su asistente nos acompañara. Llegamos un miércoles temprano, con el estupor y la ansiedad propios de las primeras veces. Mientras esperábamos a la señorita López, nos sentíamos amilanados por la espesa vegetación y las enormes murallas que por décadas cubrieron los secretos de la casa.

Ignoramos si fue premeditado o por una casual ironía, pero notamos que la edificación estaba resguardada por una reja de hierro forjado similar a la que bordea el Palacio de Nariño. “La propiedad está compuesta de tres casas –dijo Viviana López al llegar–. Primero haremos el recorrido por la principal”.

Quietud
Superamos la imponente fachada de estilo neoclásico y caminamos sobre un embaldosado de mármol blanco tipo arabescato carrara. Nos recibió una sala amplia con enormes escaleras al segundo piso y una salida a un patio con un pequeño estanque salpicado de peces rojos.

Fotografía: Andrés Ángel

—Los peces los trajimos nosotros— explicó la señorita López. Llevaron diez peces y casi un año después ya había más de cien.

En una noticia publicada por el canal RCN se dijo que el lugar estaba plagado de túneles. Uno de ellos conducía a una caja fuerte y otros dos fueron adecuados en el cielorraso de la cocina y el bar. “Parecía ser un lugar de escondites, por donde se podía transitar de un sitio a otro dentro de la misma propiedad”. Nuestros ojos estaban ansiosos por ver lo que se escondía detrás de las paredes y obtener algunas pistas sobre los oscuros sucesos acontecidos en la casa. Pero reinaban la quietud y el silencio.

Entre tanto, la señorita López se mostraba imperturbable. Ya había sido curada del asombro de los primeros días, cuando Montecasino le fue entregada al canal y los fantasmas y misterios del pasado aún conservaban su hedor.

—Algo que me sorprendió cuando los funcionarios del canal llegamos por primera vez fue el ambiente tan pesado que reinaba en el lugar. Había un extraño silencio. No se escuchaban ni siquiera los ruidos de los pájaros y la naturaleza. Pero ahora, con el trabajo de remodelación y apropiación de lugar, hasta las ardillas han regresado—.

Los Pepes
Se dice que la propiedad se construyó en los años sesenta, y que fue Fidel Castaño Gil quien la adquirió cuando ya era un poderoso narcotraficante. Él era entones el Señor de Montecasino y tenía muchas cosas en común con otro notable: el capo de capos, Pablo Escobar Gaviria. Habían trabajado juntos en la mafia y tenían sus casas en el sector de El Poblado. Pero el tiempo y sus acciones los convirtieron en grandes enemigos, y desde entonces libraron una guerra a muerte entre vecinos. Tan solo cinco avenidas separan a la Mansión Montecasino, antigua sede de los Castaño, del Edificio Mónaco, célebre refugio de los Escobar.

Fotografía: Andrés Ángel

En julio de 1992 el clan de los Castaño, integrado por Fidel, Carlos y Vicente, celebró en Montecasino una reunión, que incluyó la cúpula del Cartel de Cali, donde se vio nacer el temido grupo de Los Pepes. Movidos por una causa común allí se agruparon narcotraficantes y sicarios, ex amigos y ex socios de Pablo Escobar, que se sentían perseguidos por el capo. Posteriormente este grupo delincuencial operó en colaboración con la Policía Nacional, la CIA y la DEA. En el libro Mi confesión, Carlos Castaño cuenta que fue a él a quien se le ocurrió el nombre de Los Pepes.

La versión más difundida para los anaqueles de la historia es que fue el Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional el que dio con el paradero y abatió a Pablo Escobar, pero en un testimonio reciente (junio de 2011) un ex paramilitar, conocido con el alias de ‘John’, afirma que en realidad fueron Los Pepes quienes mataron al narcotraficante. “Escuché decir de boca de Carlos Castaño que él lo había matado. Y se lo entregaron al coronel Aguilar para darle el ‘positivo’ al Bloque de Búsqueda. El que intercepta la comunicación es un equipo de los Castaño traído de Israel. Por eso es que Carlos entra y lo mata. El positivo era un convenio que ellos tenían porque Escobar era un enemigo común”.

Fotografía: Andrés Ángel

Un baño de lujo
Fidel Castaño habría comprado la propiedad a su antiguo dueño, William Halaby, un empresario de los textiles, padre de William Halaby Uribe, destacado miembro del Cartel de Medellín, y de Charles Edwin Halaby Uribe, ingeniero, gerente de las firmas Inversiones Halaby, Visa, y la textilera Colibrí. Charles fue asesinado por sicarios en septiembre de 2001 en el parqueadero de la Clínica Las Américas.

Tras asomarnos a la piscina, en cuyo fondo estaban las letras MC, de Montecasino, y recorrer sin sorpresa algunas habitaciones, llegamos a uno de los momentos más reveladores de nuestra visita: el baño de la mansión. “Es lo primero que quieren conocer todos los que vienen”, explicó la señorita López. La grifería es dorada y en medio del baldosín negro, que simula una noche plena de estrellas, hay una tina y un jacuzzi. Detrás de la tina se escondía la entrada a un misterioso túnel. Y el jacuzzi tiene la forma de una concha que evoca El nacimiento de Venus de Botticelli.

Entre los lujos desaparecidos de Montecasino están una vajilla de té de la dinastía Ming, un cuadro de Fernando Botero y otro de Joan Miró y tapetes persas. Uno de los antiguos sicarios del Cartel de Medellín declaró a la prensa que entrar a Montecasino era todo “un privilegio”. ‘Popeye’, el reconocido asesino al servicio de Escobar, también recuerda: “muchas veces tuvimos reuniones del Cartel en esa casa. Por dentro era un sueño y tenía una cava de vinos única. Los cuadros siempre los conseguía Fidel. Él era el que la mantenía así. Viajaba a través de Panamá a Francia para conseguir las obras de arte, y los vinos eran importados de las mejores cosechas”.

Fotografía: Andrés Ángel

La trastienda
Mas tarde la señorita López nos llevó a conocer las otras dos casas que hacían parte del complejo. Una de ellas tenía una gran cocina de estilo industrial, utilizada al parecer para procesar alcaloides, y una misteriosa habitación con el piso hundido dos metros, una especie de mazmorra en la que se caería uno con solo cruzar el umbral de la puerta. “Creo que esta era la leonera”, dijo Andrés. Habíamos escuchado que en Montecasino los Castaño también tenían centros de tortura y un lugar donde arrojaban a sus víctimas al apetito de los leones. Pero esos son secretos que aún pertenecen al mundo del hampa, y el resto son solo especulaciones.

Una mansión escondida
La mayor parte de la ciudad está tapizada de barrios pobres y de clase media. Aquí las mansiones son raros ejemplares escondidos entre la espesa vegetación de los sectores privilegiados. Así es Montecasino: un lugar con “clase” que protegió sus secretos tras enormes murallas.

La casaquinta pasó desapercibida mucho tiempo, aunque su portón de ingreso estaba sobre la avenida El Poblado, cerca de centros comerciales y poderosas organizaciones financieras. Alcanzó cierta notoriedad en 2010, cuando por orden de un juez la Dirección Nacional de Estupefacientes debió encargarse de ella.

Solo ahora, mucho tiempo después de que vivieran allí los Castaño, se conocen partes de su historia. Todo indica que la casa fue ocupada permanentemente por Carlos y Vicente Castaño a lo largo de la década de los ochenta. Dicen que la Dirección Nacional de Estupefacientes sabía de su existencia desde comienzos de los noventa, pero tal parece que el oscuro y corrupto funcionamiento de esa dependencia nunca hizo posible una expropiación.

Cuartel de mafiosos
En el 2007 se apareció por allí la Fiscalía, y su procedimiento consistió en negociar con los testaferros encargados de la vivienda: no se tocarían los tesoros de la familia, entre los que estaban varias pinturas y mil botellas de vino de cosecha. Por su parte, los testaferros se comprometían a pagar un arriendo mensual de diez millones de pesos que serían administrados por una empresa inmobiliaria. Pero el pago del arriendo se hizo solo durante los primeros meses y la empresa inmobiliaria nunca reportó esa anomalía.

En 2008 Montecasino inició su lento surgimiento desde la clandestinidad, cuando Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias ‘Monoleche’, otro de los muchos jefes que tuvo la estructura paramilitar, habló de la propiedad; desde entonces han salido a la luz algunos detalles macabros: allí se planearon algunos de los crímenes de mayor resonancia nacional, como el asesinato de los líderes políticos Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo; en el lugar fueron ejecutados los pistoleros que en 1989 habían asesinado al candidato presidencial Luis Carlos Galán; fue cuartel permanente de Los Pepes durante la batalla contra Pablo Escobar; allí se realizó una de las reuniones que organizó Vicente Castaño con ganaderos del país para financiar la masacre de Mapiripán, en julio de 1997.

Fotografía: Andrés Ángel

Desde Montecasino también se coordinó el exterminio sistemático de la Unión Patriótica, y la consolidación de nutridos ejércitos paramilitares que en diferentes departamentos del territorio nacional causaron la muerte y el desarraigo de miles de campesinos.

Alias ‘Monoleche’ ofreció la mansión como parte de los recursos para reparar a las víctimas del paramilitarismo, y explicó que la posesión de los títulos de propiedad desató una guerra interna entre testaferros. Según ‘Monoleche’, un abogado lo buscó para hacerle una propuesta: “que la familia Castaño me mandaba a decir que no hablara de este bien. Que si la Fiscalía y los magistrados me preguntaban, que sólo dijera que yo era jefe de seguridad y no conocía los bienes”.

Un lugar arrebatado
La Dirección Nacional de Estupefacientes entregó la Casa Castaño al Municipio de Medellín, y este al canal Telemedellín a comienzos de 2011. El canal la utilizaría mientras avanzaba el proceso de extinción de dominio. Como los funcionarios del canal encontraron un lugar bello y enorme, decidieron que debía utilizarse también como parque público donde los ciudadanos pudieran disfrutar de presentaciones de cine y sesiones de yoga.

Montecasino, la esplendorosa mansión que se escondía tras los oscuros negocios del hampa, tras los silencios y la complicidad de las autoridades, ahora se encuentra bajo la luz de los reflectores. Los más de treinta millones de dólares en que está avaluada la propiedad, se ofrecen hoy como un bien público que cualquier persona puede disfrutar. Ya no están las obras de arte que coleccionaba Fidel, pero sí hay exposiciones permanentes que Telemedellín promueve con artistas jóvenes. En las zonas verdes ya no se entrenan sicarios, ahora se organizan picnics y se practica yoga en las mañanas. UC