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     Número 39 - Octubre de 2012


CAÍDO DEL ZARZO
MESTER DE CLERECÍA
Elkin Obregón S.

  
En el Cancionero de Antioquia, de Ñito Restrepo, hay esta copla:

La mujer que quiere a cura
y con pastor se casare,
si es anchita de caderas
a los cuatro meses pare.

Se la mencioné a un amigo mío, europeo, y no la entendió. Pero los de aquí sabemos —o sospechamos— que la trova alude, con gracia de la buena, a un alumbramiento concebido en sábanas con olor a incienso. En fin, creo que alude a esos curas de antes que vestían pantalones debajo de la sotana. Hay una crónica deliciosa, cuyo autor por desgracia olvidé, que se centra en esa especie de picaresca paisa (paréntesis: el asunto, por supuesto, no conoce fronteras) y describe algunas de las aventuras non sanctas de aquellos ministros del Señor, que hacían verdad de cada noche la vieja sentencia de obedecer, pero no cumplir. Bajo el techo cural de estos oficiantes solía vivir una sobrina, o un ama de llaves, o una cocinera de robustos encantos. Y ya se sabe qué puede resultar de esas dudosas compañías, tan aptas para alimentar algo más que el estómago y las calderas del infierno. Lo curioso es que todos los feligreses conocían los escarceos de su prelado, y sin embargo oían y aceptaban los anatemas que lanzaba desde el púlpito. Pensarían que el cura predica pero no se lo aplica, y, sin ponerle muchas migas al asunto, pensarían que así estaba bien.

Y piensa uno que sí, que estaba bien. A quien esto escribe, al menos, le merecen una secreta simpatía esos clérigos, que imagina ventrudos, socarrones, llenos de esa bonhomía que permite la carne saciada, libres de pedofilias y otros abismos de ese estilo. Dios los tiene en su seno. Sabe que tal vez son, de algún modo humilde, lo mejor de Su Iglesia (corrección: la Iglesia no es de Dios. La fundó el iluso de su Hijo, hipnotizado por cantos de sirena. Por eso le fue como le fue).

  
CODA

Termino de leer (nunca es tarde) On the road, de Jack Kerouac, cuya lectura me atrevo a recomendar a los que no lo hicieron en su día. Porque, más allá del manifiesto que en su época fue, es la historia de un plural desasosiego, materia de la que siempre se ha nutrido la vida, y la literatura, que es como la vida.

Ese mismo día me llama de Brasil una amiga, y me cuenta que está allá en cartelera una película de Walter Salles, Na estrada, basada en el mítico libro del profeta beat. Aparte de la rara coincidencia (al menos para mí), es como si, venciendo medio siglo, ese alucinado raid que narra la novela de Kerouac prosiguiera su loco camino. UC