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Número 28 - Octubre de 2011  

Crónica verde
El aliento de las mayorías

Hace un año largo Ron Washington, el manager de los Rangers de Texas, salió positivo por cocaína en uno de los controles de las Grandes Ligas. Sí, están algo locos, hacen pruebas antidoping a quienes se sientan en el dogout a mascar tabaco. Todo el mundo esperaba un linchamiento, es uno de los hobies en Texas. Pero parece que algunas cosas han cambiado después de todo. Ron Washington no solo admitió su culpa reciente sino que reconoció haber fumado marihuana y probado algunas anfetaminas, unas pocas, en sus años de pelotero defendiendo el cuadro defensivo de Minnesota. Los dueños de los Rangers, un equipo formado por iniciativa de George W. Bush en 1989, decidieron que el asunto no era tan grave y ahora Washington tiene a la novena de Texas cerca de ganar la Serie Mundial. De algún modo sus pecados de juventud, con humo y pepas, sirvieron para suavizar su reciente descuido con la nariz. Visto el coctel completo la cosa no pareció tan delicada.

La suerte de Ron Washington en Texas es una anécdota interesante para medir el clima gringo con respecto a las drogas. Porque una cosa es que California haya estado a punto de liberar el uso de marihuana más allá de las prescripciones médicas y otra que Texas encumbre como ídolo a un fumón algo pepo con una tardía afición por la cocaína. Hay que celebrarlo. Pero la confirmación de esa tendencia llegó la semana pasada con los resultados de la encuesta que Gallup hace desde 1969 y que pregunta a los desprevenidos su opinión sobre el uso legal del moño. Cuando se preguntó por primera vez, en pleno auge psicodélico, el 84% de los norteamericanos se declaró en contra del uso médico y recreativo de la marihuana. Y eso que faltaban dos años para que el truhán de Richard Nixon concentrara su "legendaria ira política en la marihuana" declarando la guerra contra las drogas: "El consumo de drogas ha asumido las dimensiones de una emergencia nacional… el peligro no pasará con el fin de la guerra de Vietnam. Existía antes de Vietnam y existirá después".

Han pasado 40 años desde el infausto discurso y los resultados de la última encuesta confirman que los aires han cambiado. La mitad de los norteamericanos dijeron estar de acuerdo con un trato legal al humo dulzón del cannabis, sin tener que recurrir a un espasmo muscular o a una cefalea como disculpa para poder echar un plon. Apenas el 46% se declaró en contra. De modo que el Estado de Opinión ha comenzado a inclinarse hacia un lado que en los noventas -cuando solo el 19% apoyaba la legalización- parecía la utopía de unos desvergonzados. Entre los menores de 30 años, nacidos bajo el lema que acuñó Nancy Reagan -"Simplemente, di no a las drogas"- el porcentaje de apoyo a la legalización llega hasta el 63%. De modo que es muy fácil que un segundo referendo en California, ojala pronto, marque un punto de quiebre en Estados Unidos. Al fin y al cabo los últimos tres presidentes han confesado haber consumido marihuana. Aunque el timorato de Clinton haya dicho que el no la aspiró. Obama, por su parte, mejoró la respuesta: "Claro que la aspiré, de eso se trataba ¿no?".

Patrocina CannalivioLo más gracioso es que el olorcito ha llegado muy débil hasta nuestras tierras. Hace unos días el Presidente Santos le dijo al diario Publimetro que está de acuerdo con la legalización de las drogas blandas. Santos, que se compromete si acaso con las causas avaladas por la Unicef, advirtió que siempre y cuando el mundo entero esté de acuerdo. O sea no dijo nada. Alguien debería decirle que hay oportunidades en el marco del TLC. A ver si se anima. Sobre todo porque la exportación de cocaína tiene muchas trabas fitosanitarias.

 

 

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