Le atrae de su esquina que por ahí pasen cientos de jóvenes rumbo a las universidades y los institutos técnicos y tecnológicos, y decenas de ellos se detengan ante el exhibidor a echar un vistazo a los titulares de los periódicos.
Futuros abogados, economistas, pedagogos, administradores... Ella a todos los admira. A todos los anima. Su lema: no renegar, no quejarse. ¿Acaso su mayor felicidad en el liceo no la halló en los trasnochos, durante las temporadas de exámenes? Estudiar. Estudiar. He ahí su mejor música. Si las ventas mejoraran, podría comprar el formulario e inscribirse para presentar el examen de admisión en alguna universidad. Si tantos lo aprueban, ella también podría. Si tantos se hacen profesionales, ella también podría.
Si las ventas mejoraran y ella disminuyera esto y suprimiera aquello… Disminuir, suprimir, abstenerse.
Si entrara a estudiar tendría que seguir en la venta de periódicos hasta que la llamaran para trabajar a medio tiempo en alguna dependencia del gobierno, en una compañía líder, en una multinacional o algo así.
Mas, para atender, a la vez, la venta de periódicos y sus estudios universitarios, su hijo tendría que ayudarle, y para ayudarle tendría que crecer saludable y, para crecer saludable, ella no podría disminuir, ni suprimir ni abstenerse.
Estudiar. Estudiar. He ahí su mejor música.