Número 107, junio 2019

Dos poemas
Juan David Jaramillo. Manuela Gómez.

PERO

I
Colgado
del árbol en el corregimiento de Santa Elena el
01 de mayo;
pendulado
desde el balcón en el barrio El Trapiche de Bello el
08 de junio;
suspendido
sobre el barranco en el barrio Campo Valdés el
22 de julio;
sujetado
de la viga del parqueadero en el barrio Belén el
27 de agosto;
exhibido
en el poste de la avenida Regional el
19 de noviembre;
o cosechado, incluso, en silencio.

Es fruto el hombre cuando tiene
por pedúnculo una soga
que se extiende
cada día.

Pero,

qué viene a nutrir.

II
Por el río
bajan peces que parecen
frutos, y
se acumulan rocas bajo las ruedas
del Metro que parecen
frutos y,
simientes
también
paren los autos,
bolsas
con esquejes y
frescos frutos completos.

Alguien quiera quizás
tomar
la delantera, detener
esta abundancia.

No caer en
pedazos sin
percatarse de que
sepamos un nombre.

Una cosecha
amarga se recoge
en este
valle cada día.

Juan David Jaramillo

Antes

Antes
Mi hijo decía luenga
en vez de lengua.
Yo no lo corregí
ni una sola vez.
Amaba el sonido
de esa palabra extraña
como recién nacida.
Cuando alguien le enseñó
“Se dice jirafa, no firasa”
de verdad lo lamenté.
Igual con la mariposa
que antes era papiosa.
Sabía que esas palabras
no se quedarían
mucho tiempo
ahí,
en su voz.
¿Para qué apurarse entonces?
Las palabras habituales
están ahora en su sitio.
Excepto,
cuando quiere hablarme
de jaguares y dice
“mamá están en vida de extinción.”
Ya sabemos,
no hay que decirle nada,
quizás queden algunos días así
en que la vida sea lo que se extinga,
sin intermediarios.

Manuela Gómez